domingo, 2 de agosto de 2009

Noches de verano sin mariposas.

Madrugada en Madrid. No hay luz ahora. En el cielo no brillan las estrellas. Hubo un tiempo en que las noches de verano eran las más hermosas. Hoy podría ser Hildy después de ver cómo a Cable Hoge le revienta las tripas su flamante Ford negro. Llevo un sombrero negro y un velo negro y lanzo sobre el cuerpo de Hoge el último puñado de tierra negra. Menos mal que Peckinpah me permitirá recordar aquella canción llena de mariposas que suele sonar cuando una mujer se baña en el desierto en un barril de agua y su mejor amigo le frota la espalda.