sábado, 19 de septiembre de 2009

LOS CONCIERTOS INACABADOS

El gato de la imagen mira directo al escenario. Su grupo favorito toca en él. Ha sido el mejor concierto de sus siete vidas de gato. Compró la entrada tiempo atrás, cuando a los gatos todavía se les permitía comprar entradas para ver a sus ídolos. Hoy las cosas han cambiado, pero esa sería otra historia.
Lo importante es que el gato de la imagen ve cómo en el escenario su grupo favorito desaparece sin hacer siquiera un bis. Tres meses con la entrada comprada y el cantante tiene prisa por irse. El gato no se lo puede creer.
- Malditos humanos-, debe pensar el gato-, aquí todo el mundo maullando por otra canción y este tipo se pira.
El gato ha ido solo al concierto y no tiene con quién compartir sus pensamientos, pero termina por crear un grupo de descontentos a su alrededor. Todo el mundo sabe que los gatos pueden leer los pensamientos.
- Bueno- le dice un gato de color negro -, no te lo tomes así. El concierto ha sido cojonudo. Hemos tenido suerte de verlos antes de que se separen.
- Es cierto- interviene un gato tuerto -, todos los grupos que molan tereminan discutiendo y se separan. A este le quedan dos telediarios.
Pero el gato de la imagen tiene cara de estar muy enfadado. A su lado, mientras la sala se vacía, llega un gato viejo, de esos que llevan el sonido de los conciertos. El gato de la imagen se pone a pensar y su pensamiento retumba por el escenario vacío.
- Tío - le dice al gato viejo-, yo sólo quería que tocaran un par de canciones más, que me dejaran marchar a casa tranquilo. Sólo quería un dulce camino a casa. No la mejor canción, sino una canción más de esas en la que te dicen que el concierto ha terminado.
El gato viejo mira al de la imagen.
- ¿Has oído hablar de los conciertos inacabados? -sentencia-. La vida está llena de ellos. Ven, te invito a un par de birras y te cuento. He visto decenas de conciertos inacabados. Con el tiempo te acostumbras.
Los dos gatos, el de la imagen y el viejo, caminan ahora por la acequia que muere en el Manzanares. Ven pasar ratas enormes y gatas en celo, pero ellos siguen pensando por qué lo peor de su vida de melómanos, lo que menos les mola, no es que los conciertos terminen, sino que parezca que no han terminado.
- ¿Sabes lo peor?-dice el gato viejo
- Qué.
- Que cuando un grupo te deja un concierto sin acabar no vuelves a comprar un disco de ellos ni de coña.
- ¿En serio?
- En serio, tío.
- No lo había pensado.
- ...
Y así se van, meneando sus colas en paralelo al suelo, por si en un momento dado tienen que salir corriendo, que los gatos, dicen, que no son de fiar, pero ellos tampoco se fían de nadie.
(Recuerdo un tipo que hablaba con los gatos. De él cuenta cosas Murakami en "Kafka en la orilla". Se llamaba Señor Nakata y era capaz de sacarle a un felino los secretos más inconfesables.)