miércoles, 21 de marzo de 2012

El efecto Venturi

Me pide Ángela que cuente algo y no sé qué contar. Abro la ventana, por si la primavera interrumpida me sopla alguna historia. Ocurre que hace frío en esta extraña noche de finales de marzo. Qué loco está el tiempo, me digo. 
Eso se lo dice todo el mundo. Por ahí no hay cuento ninguno. Al menos eso creo. 
Pero cuando estoy a punto de cerrar la ventana ocurre que el viento nocturno se empeña en soplar más de la cuenta. Tengo que buscar un músculo que no esté distraído por la marihuana para hacer fuerza. Y lo que no sé es que con mi ejercicio provoco un efecto Venturi que hace que la corriente de recuerdos que emite la casa esta noche, directamente proporcional a los años vividos, salga impelida el exterior. 
Indefensa, como si 300 espartanos me amenazaran con disparar sus flechas, me rindo ante la fuga y observo el desastre. Ahí van 3 novios importantes, 1300 libros -que hubiera podido llevar en el e-book si me hubiera dado cuenta antes- , 200 cd´s., 200 pelis, 50 cuadernos, kilovatios de nicotina y algún que otro animal de compañía. No veo salir a los amantes. Me doy cuenta de que esos se marcharon cada vez que abrí la ventana al amanecer. 

De todo lo que se marcha por esa ventana, echaré todo de menos. Pero poco. Lo justo para descubrir que si algo me ha dado esta casa que ahora cierro, son los conciertos de Los Impedidos. Me llevo las muletas que se transforman en guitarras algunas noches. Me llevo a todos los amigos que hacen de mi vida un concierto de Rock and Roll.