jueves, 25 de abril de 2013

Memorias del ángel caído

Llevas un par de días preguntándote qué estabas haciendo en 2008. Harta de tanta incertidumbre y víctima de tu memoria de pez del jurásico, te has sentado a buscar en Google qué demonios pasó en 2008. Por situarte históricamente. Sabes que recuerdas mejor la capital de Corea del Norte que el nombre de ese tipo que amanece en tu cama.
Al sentarte en el ordenador, en esa mesa que lleva dos meses sin oler un trapo del polvo, se te ha caído el pasaporte caducado al suelo y has caído, tu también, en la cuenta de que en 2008 andabas muy lejos de aquí. En 2008 tenías el sueño de Brasil metido entre las piernas y Estados Unidos se follaba  a todo lo que se moviera si llevaba turbante y barba.

Y es que entonces no pasaban las cosas de ahora: no tenías pruebas de que los bancos robaban a más gente, aparte de a ti; no veías por televisión a duques yendo a declarar; el papel de rey se cotizaba entre la clase media y tus amigos trapicheaban con pisos sin cortar.
Ni imaginar siquiera que en el entreacto de estos cinco años te hicieran creer que el cambio climático era de tal magnitud que los países árabes tenían por fin su primavera.
Obvias lo del presidente negro y el Papa argentino. No lo hubieras comprado en un monólogo barato de Gran Vía por muy fumada que estuvieras. Y lo que es peor, ¿habría ganado España un mundial de fútbol? ¿Pensabas que la policía de Boston peinaría Cambridge para pillar a un tarado de 19 años escondido en una barca con una cámara térmica? ¿Perderían el Barca y el Madrid por goleada los partidos de ida de las semifinales con los alemanes? ¿Se te llevaría el coche la grúa en un intervalos de tres días de la puerta de tu casa?
Y qué me dices de los seis millones de parados.
¿Te lo imaginabas?
No.
Y eso que siempre has hecho alarde de imaginación.

Yo creo que tu problema ha sido siempre la imaginación. Exacerbada, por supuesto, pero nunca centrada en nada. Y eso es precisamente lo que me preocupa.
Tienes que escribirme.
Deberías olvidarte de sobrevivir a tu época estos días.
Deberías contar algo más cercano.
Contar, por ejemplo, cómo se baja al Son con cinco días con el piloto de  reserva de la gasolina encendido en el coche. Cómo se logra mantener encendido un ordenador malogrado por los virus. Cómo meterle a la casera 27 pavos de la factura del agua en el buzón. Cómo te levantas por las mañanas o te acostarás esta noche. Cómo te quitas la ropa para mirarte y cómo te la quitan para sentirte. Cómo recurres a los amigos cuando te ahogas. Cómo soportarte cuando subes al tejado y te comes el mundo. Cómo aguantar que estés en mitad de la vida y todavía no sepas qué quieres ser de mayor.

Y sí.
Se te fue de las manos. Te crecieron alas y no supiste qué hacer con ellas.
Levántate y vuela, colega.

jueves, 4 de abril de 2013

Ójala

Duermes.
O eso parece.
Duermes.
Y eso parece.
Duermes.
O no.
Estás despierta.
Y feliz.
Y dormida.
Feliz y perdida entre sábanas que no son tuyas.
Duerme.
Que te tenga cuidado el amor.
Que te tenga cuidado el amor.
Que te tenga cuidado su amor.
Para verle tanto, para verle siempre.
Como él te mira.
La más bonita entre sus dedos.