viernes, 5 de diciembre de 2014

Helicópteros que no vienen a cuento

Te preguntas qué fue de los helicópteros que sobrevolaban tu casa todos los meses de octubre. Te preguntas qué hacen ahora sus pilotos. Te preguntas una y otra vez cosas absurdas.
Y sin embargo tiras de recuerdos.
Nada se pierde, todo se transforma. Supe que de algún lejano rincón de otra galaxia el amor que me darías, transformado volvería. un día a darte las gracias.
Todo se transforma. Supe que de algún lejano rincón de otras galaxia el amor que te daría transformado volvería un día a darte las gracias.

martes, 5 de agosto de 2014

Agosto en el Madrid de las Maravillas

Una carretera sinuosa, un coche amarillo, que se parece a un Wolksvagen de los 70, y una familia que conduce hacia la locura.
Un Resplandor, un hotel en la montaña y mucho Kubrick.
La tele de Ignacio es la que tiene la culpa de que sigas pegada al sofá, en lugar de salir al patio, y de que no enciendas esas velas azules que compraste ayer en el chino que hace pared-con-pared con El Triángulo.

En El Triángulo hacen intercambio de parejas. No entiendes muy bien qué significa eso de "intercambio de parejas". ¿La cambias para siempre o sólo es un rato?
(Investigar)
Sobre cambiar de pareja tú sabes bastante. Mucho, diría yo, si en algún momento me dejaras intervenir.
(Pero no me dejas y seguimos)

En la tele de Ignacio el suspense es mayor. Junto a la habitación 237, Jack Nickolson come huevos revueltos y miente a su mujer sin saber que le miente. Le dice que tiene una idea para su próxima novela. En el plano siguiente, tambores de semana santa golpean la imagen en corto de la máquina de escribir de Jack. A partir de aquí, conocedora del paseíto en triciclo que el hijo del escritor se va a dar a continuación por el pasillo de la 237, cambias al 24 horas.
Aumenta la epidemia de ébola en África occidental.
Los soldados israelíes se largan de Gaza con "el deber cumplido".
La policía descubre 127 kilos de cocaína en el pañol de las velas del buque de la Armada,  Juan Sebastián Elcano.
Muere Carmen del Lirio, la mujer más guapa de España en 1927.
Teletipos, teletipos, teletipos.
Rótulos desbocados en scroll en la parte inferior de la pantalla.
Leña del árbol caído
¿Así es la vida?

Como tienes la certeza de que la vida no es así, apagas la tele y te pinchas en el ordenador un poco del Jack Jonhson que escuchaste anoche.
La música también juega en esto de vivir, te dices, y alcanzas el patio, te tumbas en la hamaca y enciendes una vela azul, un cigarrillo verde y unos labios rojos que sonríen.
La noche se cierra, el gato se mueve y piensas que hoy no saldrías ni de coña al Triángulo a cambiarte por nadie.
Milagros de las noches de agosto en el Madrid de las Maravillas.
Se está bien aquí, contigo misma.


miércoles, 30 de julio de 2014

Taxi

- O´Donnel con Doctor Esquerdo, por favor.
- ¿Bajo por el túnel?
Lo dice como si tú supieras si es mejor ir o no por el túnel.
- Cualquier cosa que me garantice que pasamos por el Retiro- contestas. Y corroboras que tienes salidas para todo.
- Entonces, por el túnel.
- ¿Le molesta que baje un poco la ventanilla? Hace calor esta noche.
- Puede bajarla entera.
Y la bajas entera, por supuesto, porque no te gusta nada eso de querer y no poder.
¡Qué bueno el viento!, piensas.
- A mi también me gusta que entre aire por las ventanillas -, comenta el taxista.
Y sin más, el tipo que conduce rápido y decidido, y que le gusta que el aire entre por las ventanillas del coche, conecta el i-pod a los altavoces y lanza al aire, que entra y sale empecinado por esas ventanillas, una canción barroca de las que canta la Bertolli y que escribió el Sallieri.

Crees que es cosa de los dos el no hablar. (No hablo del silencio, hablo del no hablar, de cuando tienes todo que decir y decides no decir nada. Eso pasa con poca gente).
- El Retiro.
- Ya.
Y haces una foto.
- Mejor en movimiento- corriges, cuando hace ademán de frenar.
Me gusta la velocidad, piensas.
- A mi también me gusta correr - dice.
Y el tipo acelera, corrige en cada trazada -como debe corregir un conductor- y vacía el depósito del coche poniendo el Auris a 90 en vía de  50.
- Primera a la derecha y, después, primera a la derecha.
- ¿Por Salitre?
- Por Salitre.

Abres la puerta de casa, enciendes la luz y saludas al gato.
Le rascas la tripa y murmuras que la noche ha estado bien.
Enciendes el ordenador, metes dos bikinis en la maleta, eliges la ropa que serás capaz de llevar las próximas 18 horas de trabajo y llamas a la emisora de los taxis que contrata la empresa:
- Para su seguridad, esta llamada va a ser grabada. Si necesita un taxi para el momento, pulse 1.
Pulsas 2.
- A qué hora se lo envío.
- Seis treinta y cinco, por favor.
- ¿Teléfono para que le llamemos?
- Estaré en la puerta.
- ¿Me dice el número de abonado? Esquina superior derecha de su recibo.

Cuando cuelgas pinchas en al ordenador de Fer "La fuerza de la costumbre". Luego, cuando termina la canción, sueñas que caminas por el Retiro, a gran velocidad, mientras canta la Bertolli, en directo, y canta sólo para ti.
Madrid, a veces, solo es un viaje en taxi.
Madrid es mucho Madrid.



domingo, 9 de marzo de 2014

Cena ligera para el domingo por la noche.

Empatizo con todo el mundo
Con el gato, con el yonki, con el perro, con la rata, con la araña, con los malos y los buenos.
Del colibrí me pone nerviosa su vuelo nervioso, pero también entiendo la prisa que lleva. Como el conejo de Alicia, que andaba estresado por llegar a ningún sitio.
Yo tampoco tengo destino, pero empatizo con el cielo y el infierno; con la gloria y con la fama; con tus ojos y mis labios.

Empatizo con el día que llegaste, con el que te eché y con la noche que te fuiste.
Empatizo con el limbo y con el limbo.
Empatizo con mi amigo, con su novia y con todo aquel que quiera matarme.
Le comprendo, la entiendo y te disculpo.
Cada uno tiene lo que tiene y vive con ello.
Empatizo con las yemas de Santa Teresa y con las ardillas que se las comen.
Me gustan las ardillas del Retiro, aunque odie el Retiro los domingos.
Empatizo con la lata, con el vaso, con el Bic y mi teclado, el pobre, que quisiera saber qué quiero decir cuando le digo que cuente lo que le cuento..
Empatizo con la orquídea, que le da por florecer, o no.
Empatizo con ella, con él, con ellos y ellas, con nosotros, con nosotras, con el infinito y con el más allá.
Y no me agoto de tanto como empatizo.
Empatizo también con las gallinas, pero hace años que no me como un huevo pasado por agua.
Cena perfecta para una noche soleada de domingo.
Si quiero sobrevivir, les tendrán que dar por el culo, al menos, a las gallinas.




lunes, 24 de febrero de 2014

Veintinueve de enero de 2014

Pensando estoy en irme a los Astilleros de Navantia -por pedir trabajo y eso-, cuando escucho que los chilenos van a construir allí un par de barcos-hoteles que darán trabajo a ochocientos empleados durante dos años y medio.
Especialistas en Metalurgia, piden.
No hay problema, me digo.Falsifico el curriculum, maquillo el sexo y la edad, y le pido a Fer que me consiga en el mercado negro un título en "Maestría en Aceros y Metales Nobles".
Treinta segundos después sale la imagen de un portavoz sindical y sus labios me largan al micro que, parados, en Vigo, hay, por lo menos, 25.000, así que Navantia no es la solución.

Valoro el dato y sigo adelante.

Descubro entonces que hay una vía laboral que no había explorado: Educación y editoriales de libros.
Me veo bien como editora de contenidos infantiles.
Pero ahí viene la segunda mala noticia del día: la Ley Wert ha cabreado tanto a los padres que pasará un quinquenio antes de que editemos nuevos libros aquellos que queremos hacer negocio con el Abecedario.
Pérfida es la vida que nos rodea y tal vez mi error esté en pensar que soy una obrera, una de esas hormigas que forman un gran microorganismo hecho de individuos que no piensan.
Abandono la educación, no me queda otra.
Pero no me siento incómoda.
No me gusta el pret a porter, así que me visto de alta costura nórdica y escucho a Mekel decir que los alemanes se jubilarán a los 63. Leo luego que mi madre, que tiene setenta, se podrá jubilar pronto en España.
Ni lo dudo, me voy a Alemania.
Pero tampoco me vale vivir en Alemania un veintinueve de enero cualquiera.
Hace frío allí.
Mucho frío.
Reflexiono.
Reflexiono...
Reflexionar, ese es mi trabajo ahora: "Consultora de Comunicación punk".
La idea es de Carmen e Ignacio, así que, ni tan mal.
Me relajo cuando doy con mi futuro frente a una pantalla de 52 pulgadas, me tiro junto a Fernando y dudo entre ponerme la máscara hidratante que me trajo Carmen de Singapur o abrir el libro de Amelie Nothom que hablaba de la "Metafísica de los tubos".
Bajo una piel nueva puedo soñar exactamente lo que quiero ser .
Y, para qué engañarnos, soy yo.

martes, 28 de enero de 2014

Qué bonita es la noche


"Qué bonita es la noche con tu ausencia a mi lado".
Me contó Pedro que lo dijo Salinas.
Hace poco tiempo escuchaste que alguien dijo, acerca de ti, qué bonita es la noche con tu ausencia a mi lado.
Casi te rompes el cuello al mirar atrás. 
Hacía sol y sentiste que tenías la vida por delante.

domingo, 19 de enero de 2014

Viva estoy

Muerta que estoy.
Y tan muerta que parece que despierto.
Y despierto.
Boca arriba.
Y abro los ojos.
Cuando despiertas y abres lo ojos boca arriba, lo que ves es el cielo. Y te llama la atención el color del cielo, que es dorado, y no es azul.
Este suceso, cuando el cielo no es azul, es un fenómeno que acontece pocas veces en la vida de un humano al uso. Lo que ven los ojos que se abren, lo ven por primera vez. Lo que es por primera vez, es.
Como cuando abres los ojos tras horas de oscuridad y te reflejas en tu hermana.
Y entonces, sólo entonces, sabes que estas viva.

miércoles, 15 de enero de 2014

Gatos que duermen veinte horas

Ya decía bien Bukowski cuando contaba que los gatos duermen 20 horas al día.
Lo decía entre admirado y cabreado. Y lo entiendo.
Es como cruzar Doctor Esquerdo desde la rampa de ambulancias del Gregorio Marañón al Tiángulo. No hay paso de peatones y se necesita estar alerta a los coches que salen del túnel en dirección sur. La gente, cuando lo cuentas, te llama suicida, pero tú sabes que hay un punto exacto en el que se ven a la vez la curva descendente, el cambio de rasante y la pronunciada subida que termina en Ibiza. Sólo puedes hacerlo si te has perfeccionado en el arte de cruzar Doctor Esquerdo por donde no se debe.
O como colgar en la pared del ordenador un mapamundi que te recuerde que te largas de aquí en cuanto puedas. No porque quieras, sino porque te adaptas a todo. Miras fijamente durante muchas horas el país de destino y es como si ya hubieras estado.
Si eres un gato, tienes la paciencia suficiente y una vista de lince, al final, eres capaz de cruzar Doctor Esqueredo sin mirar, mirar luego fijamente el mapa del mundo y dormir 20 horas soñando con las calles que vas a cruzar ilegalmente en ciudades imposibles mientras sale la luna llena y relees a Bukowski.

viernes, 3 de enero de 2014

Espejismos de felicidad

La vida se parece a Michael Jackson actuando en los MTV Awards del 95. 
Sabes que al final de la película el tipo muere, pero todavía puedes verle bailar quince minutos del tirón, sin descanso ninguno. Quince minutos moviendo frenético el culo y las caderas; alzando las manos al cielo: golpeando el suelo; descoyuntándose  hombros, cuello, esternón, muñecas, tobillos y pubis. Quince minutos de gloria, diría yo, en los que, al final, con la elegancia de los flamencos de los cincuenta, deja a su cuerpo de baile muerto en el suelo.

Unos cuantos años después de muerto MJ sigue bailando en Youtube.

La vida podría ser bailar en Youtube hasta el final de los tiempos o abrir la puerta de casa para que entre la gente a celebrar el año nuevo y no dejar que se marchen. 
Pero no, eso se parecería más bien una película de terror. Será mejor que se vayan.

Dicen que Michael Jackson usaba play back. Puede que no cantara en directo pero te aseguro que bailaba en tiempo real. ¿Y quién no se marcaría un playback con el espejo de la felicidad que te proyectas ahora mismo en la cara? 
Interpretando libremente a Carlos Mateos en Century City, dejarías que la vida se enrollara sobre si misma como la cinta de una casette para vivir el mismo momento hasta el infinito y más allá. 
Ya sé que eso no va contigo, que preferirías estar siempre lista, como los boy scouts, pero convendrás conmigo que hay veces que parece que la vida haya venido a verte.